La Divina Pastora: Fe, Milagros y Tradición en Barquisimeto, Venezuela
El 14 de enero, una fecha grabada a fuego en el corazón del pueblo venezolano, se celebra con fervor y devoción el Día de la Divina Pastora, una de las advocaciones marianas más veneradas en el país y en el mundo. Su historia, entrelazada con milagros y esperanza, se remonta a un período oscuro marcado por la epidemia de cólera que azotó a Venezuela a mediados del siglo XIX.
Corría el año 1855, y las provincias de Caracas, Aragua y Carabobo se encontraban sumidas en la desesperación. La peste del cólera, originaria de la India, cobraba la vida de innumerables personas, sembrando el terror y la incertidumbre. En medio de esta tragedia, la fe se convirtió en el único refugio para muchos. El padre José Macario Yépez, guiado por la divina inspiración, propuso la construcción de un monumento, «La Cruz Salvadora», en el histórico paraje de Tierritas Blancas. La cruz, símbolo de esperanza y redención, fue erigida el 14 de enero de 1856.
Ese mismo día, la imagen de la Divina Pastora fue trasladada en procesión desde su santuario en Santa Rosa hasta Barquisimeto. Una multitud acongojada acompañó a la virgen, implorando el cese de la epidemia. Durante el recorrido hacia la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, un milagro conmovió a los presentes. Una mujer, postrada en su lecho de muerte, se levantó completamente sana, atribuyendo su curación a la intercesión de la Divina Pastora. Este hecho extraordinario fortaleció la fe de la comunidad y renovó la esperanza en medio de la adversidad.
Dentro de la iglesia, el padre Yépez, conmovido por la fe de su pueblo, elevó una plegaria conmovedora: «Virgen santa Divina Pastora, por el bien y la salvación de este pueblo, te ofrezco mi vida y que sea yo, la última víctima del cólera». Cuatro meses después, el padre Yépez falleció, y milagrosamente, la epidemia cesó. Su sacrificio y la intercesión de la Divina Pastora quedaron grabados para siempre en la memoria colectiva.
Aquel histórico traslado de la virgen desde Santa Rosa hasta Barquisimeto dio origen a una tradición que se mantiene viva hasta nuestros días. Cada 14 de enero, millones de peregrinos de todo el mundo se congregan en Barquisimeto, estado Lara, para acompañar a la Divina Pastora en una procesión de más de siete kilómetros. Esta manifestación de fe, considerada una de las más grandes del mundo, es un testimonio del profundo amor y devoción que el pueblo venezolano siente por la Divina Pastora, «La Pastora de las Almas». Los fieles recorren el camino con esperanza, buscando consuelo, fortaleza y la posibilidad de un milagro.
La historia de la Divina Pastora es un recordatorio del poder de la fe y la esperanza en tiempos de adversidad. Su legado de milagros y protección continúa inspirando a generaciones de creyentes, convirtiendo la procesión del 14 de enero en un evento de profunda significación religiosa y cultural para Venezuela y el mundo.